DIÁLOGO CON COVID-19
—¡Hola! —escuché a mis espaldas.
—¡Ah! —grité yo, muerta del susto—. ¿Quién eres?
—Soy el COVID-19, ¿o es que estás ciega? —dijo la extraña voz con impaciencia.
—Pues no, no te veo porque eres un virus.
—Cierto... Espera, ¿qué haces? —dijo cogiéndome del brazo—. No pensarás en irte, ¿verdad? Pero quédate tranquila, que contigo seré bueno y te diré cómo puedes evitarme.
—¿De veras? —pregunté con ilusión.
—¡Ja! Ni de broma, yo soy un ser vivo, por lo tanto, debo contagiar a la gente para vivir, ¿no?
—Sí...
Y ahí, en medio del apuro de contagiarme, se me ocurrió la idea de picarlo:
—Yo conozco a muchos virus que son muy fuertes: pueden vivir sin contagiar a nadie. Pensé que tú eras aún más fuerte, pero bueno... —mentí.
—¡¿QUÉ?! Mira, está bien, te diré lo que debes hacer: lavarte las manos, no tocarte la cara, usar tapabocas, salir de tu casa solo cuando sea necesario, mantener la distancia de seguridad y salir corriendo.
—¿Por qué? —pregunté.
—¡¡¡Porque yo no soy como esos otros virus que conoces!!! —gritó.
Ya podía irme corriendo como un rayo, porque el bendito virus iba persiguiéndome. Menos mal que no pasó nada...
Belén
Ningún comentario:
Publicar un comentario